Cartel de la película

Una vez más se ha llevado a cabo la adaptación al cine de la genial novela de Scott Fitzgerald: El Gran Gatsby. Una obra, que tuve la suerte de leer a los veinte años y que recomiendo encarecidamente a todo aquel que no la haya hecho para que no pierda la oportunidad de sumergirse entre sus páginas.

Esta podía ser una adaptación más, que podría haber pasado sin pena ni gloria por nuestras pantallas, para, seguidamente, hacernos añorar la magnífica versión que protagonizará años atrás Robert Redford junto a Mia Farrow.

Cualquiera, que movido por la curiosidad acerca de cómo sería ver al gran actor Leonardo Dicaprio en el papel de un multimillonario excéntrico y enamorado que da sentido a la expresión “reinventarse así mismo, para convertirse en el hombre dorado, como lo califica Nick; en el escenario de la magnífica ciudad de Nueva York, marcada por una clara separación de clases entre los ricos y pobres y como estos últimos son manejados por los primeros para llevar a cabo sus propias vendettas, se acerqué al cine, no lo lamentará.
Una de las cosas que más llaman la atención en la película son sin duda sus elementos visuales: los colores, la ornamentación, la famosa luz verde, la preciosa bahía que separa ambos hogares, etc…,ingredientes de ese fastuoso mundo libertino y desenfadado que eran los llamados fabulosos años veinte, previos a la gran depresión.

La mano del director de Mouline Rouge se muestra en las pinceladas de vivos colores que componen la lujosa fotografía que envuelve la historia como un personaje más y traslada a los espectadores como observadores de primera fila que siguen con atención la línea argumental a sentirte como los invitados a una de sus fastuosas fiestas. Lujo, glamour y derroche es lo que muestra la vida de Gastby, de la mano de estos descomunales eventos, a los que acude toda la ciudad sin necesidad de invitación alguna a excepción de Nick, vecino de Gatsby (y el único personaje que lo aprecia de verdad), y primo de la malograda y caprichosa Daisy Buchanan dueña del corazón del excéntrico personaje.

Es sin duda, este parentesco, el que hace que Gatsby se muestre interesado en introducir a Nick en su círculo. Un paso más en ese ambicioso plan que lleva urdiendo desde años atrás, para poder ser digno de la dama que vive entre algodones, siempre de la más alta calidad.

Gastby es fascinante, insultantemente rico, guapo y con un encanto al que es difícil resistirse. Magistralmente interpretado por Dicaprio vamos conociendo de la mano de su amistad con Nick sus orígenes radicalmente distintos a la forma en la que le conocemos y cómo, desde qué Daisy entró en su vida, su mundo se tambaleó para decidir sacrificarlo todo y convertirse en una persona digna de su amor en un viaje hacia el lujo más extremo.

La película muestra la hipocresía y la ambición de las clases altas, carentes de valores que enfundados en sus perfectos vestidos, trajes (magníficas recreaciones de vestuario de Prada) desfilan por la vida como si todos tuvieran que rendirse a su paso.

Pero ni aun teniendo todo, se puede ser feliz. El vil metal sólo proporciona estabilidad material y la posibilidad de satisfacer todos los caprichos que desees pero no pude comprar el amor.

Daisy, caprichosa y sin autoestima es una marioneta de su destino con un marido que no está más preocupado por sus amantes que por su esposa y que cuando empieza a verle las orejas al lobo, no duda en dejar que la falsa culpabilidad de Gastby se extienda por la ciudad para así, salvarse a sí mismo.

Tobey Maguire es Nick, un muchacho joven y ambicioso que tras sucumbir a los encantos de una Nueva York maldita de lujo, acaba unos días en terapia; en la sala de un doctor, escribiendo la que sería la novela de la vida de su amigo.

Si esta historia invita a algo, es a reflexionar. Su impactante final quiere hacernos pensar en lo que realmente merece la pena y en si es posible sacrificar todo por dinero y posición, si al final te vas a quedar vacío de lo realmente esencial: el amor.

Entonces, cabría preguntarse: ¿Realmente mereció la pena?

Ver más sobre el Gran Gatsby aquí

Mª Ángeles Mata