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Hasta los dos años, sin almohada

Aunque no siempre ha sido así, en la actualidad los pediatras desaconsejan el empleo de almohadas en las cunas, ya que existe un riesgo importante de asfixia para el bebé. De hecho, la utilización de almohadas se ha relacionado con el síndrome de muerte súbita del lactante. En cualquier caso, tampoco contribuyen a que el niño esté más cómodo ni a mejorar su salud en modo alguno. Esto es debido a que el tamaño de su cabeza en proporción con el resto de su cuerpo hace que duerma mejor directamente sobre el colchón.

¿Cuando puede un niño usar almohada para dormir?

Más o menos en torno a los dos años, los niños abandonan la cuna para empezar a dormir en una cama. Este puede ser el momento de empezar a usar almohada también. A modo de referencia, hay dos medidas que se suelen tener en cuenta. Por un lado, cuando la longitud del cuerpo del niño es mayor que el ancho de la cuna, ha llegado la hora de pasarlo a una cama: los bebés tienden a moverse mucho durante el sueño, y así están más cómodos. Por otro lado, cuando la anchura de los hombros es mayor que la cabeza, lo que suele ocurrir entre los dos y los tres años de edad, hay un peligro de que la cabeza del niño cuelgue si este duerme de lado. Es entonces cuando se aconseja la introducción de una almohada para dormir, sobre todo para proteger su columna y que no se despierte con dolor de cuello.

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La almohada ideal para cada niño

Para empezar, la almohada debe tener la misma anchura que la cama, para que el niño no la abandone al menor movimiento. Además, al principio ha de ser plana, blanda y realizada en materiales que minimicen el riesgo de desarrollar alergias. Después, según el niño vaya creciendo, el tipo de almohada irá cambiando con él. El criterio a seguir es el mismo que para un adulto: si el niño duerme de lado, la almohada ha de ser más alta y rígida, para que la cabeza, el cuello y la columna formen una línea recta y así evitar forzar las cervicales y las lumbares, con el dolor y el riesgo de lesiones que eso conlleva; si duerme boca arriba, una almohada fina en forma de mariposa con un hueco para el cuello y la nuca es lo mejor; finalmente, en el caso de que duerna boca abajo, aunque no es lo más recomendable, nada de almohada.