Junto con las manos, son los elementos mecánicamente más complejos del cuerpo humano. Los pies están compuestos por 26 huesos y 100 ligamentos que permiten una gran cantidad de movimientos y pueden recorrer sin problema miles de kilómetros a lo largo de una vida. Su descuido, sin embargo, puede provocar problemas serios tanto en los pies como en las piernas y la espalda

La mayoría de problemas estructurales, tales como el segundo dedo demasiado largo, piernas de diferente longitud, pies planos o cavos…, son hereditarios. Estos desequilibrios pueden provocar tensión de los tendones y ligamentos de las piernas, pies y tobillos; durezas, callos y fracturas por tensión. Además, son los causantes de la sobrepronación, o excesiva rotación del arco y el tobillo hacia adentro al andar, y la sobresupinación, o excesiva rotación hacia fuera.

Si padece dolor por cualquier tipo de problema en los pies, no deje de visitar cuanto antes a su podólogo u ortopeda. Muchas veces bastará con un simple cambio de calzado o de ortopedia, o bien unos ejercicios de refuerzo de la musculatura del pie para acabar con los dolores. En todo caso, recuerde que los pies son una parte fundamental del cuerpo, y que descuidar su salud puede acarrear problemas en todo el cuerpo.

Como siempre, ejercicio

Como sucede con el resto del cuerpo en general, el ejercicio físico es fundamental para la buena salud de los pies. Su podólogo u ortopeda podrá recomendarle ejercicios adecuados para el fortalecimiento de músculos y huesos del pie. En todo caso, tenga en cuenta que es necesario un periodo de adaptación cuando se comienza a realizarlos, por lo que los especialistas recomiendan un entrenamiento gradual y progresivo de la actividad en lugar de incrementos bruscos.

Como todo el mundo sabe, la función principal del pie es andar, y ese es el mejor ejercicio que puede realizarse para mantenerlo en forma. Además de ejercitar la musculatura y la osamenta de los pies, está demostrado que caminar proporciona beneficios añadidos al sistema cardiovascular, ayuda a controlar y mantener el peso y los niveles de azúcar y colesterol en la sangre, facilita la rehabilitación tras una lesión cardiovascular y proporciona una sensación general de bienestar.

Sin embargo, conviene tener en cuenta ciertas precauciones a la hora de realizar ejercicio intenso, tales como la realizar de calentamiento y enfriamiento, elegir un calzado adecuado, prestar atención constante a las posibles lesiones que pudieran aparecer y caminar preferentemente sobre suelo blando, para el que los pies están especialmente preparados.