Susana, del blog Pana Taquilera, nos envía este artículo que supone toda una declaración de intenciones. La presión social nos lleva a tomar decisiones que realmente no deseamos, a ser lo que no somos. Pues bien, esta es la historia de Susana, con una buena dosis de autoestima.

Presión social… Te odio

Tengo 27 años y contando. Orgullosos 27 años exitosamente bien vividos y orgullosa de mis logros, muy a pesar de lo que digan los demás. Nunca creí que sería víctima de la presión social, o mejor dicho, no la reconocía. Ahora me doy cuenta que no sólo he sido yo víctima de ella sino que también he sido victimaria, así es, también he presionado a mujeres, hombres, niños, adolescentes y demás especies de mi entorno a encajar en un estereotipo… A todos ellos, ofrezco mi más sincera disculpa.

Recuerdo que desde que era niña escuchaba comentarios de mis familiares sobre si estaba pasada de peso, si me veía bien o mal con algún vestido, si mi cabello era mejor recogerlo con un enorme moño o si mi comportamiento tenía que ser como el de una niña: tranquila, tierna y dulce. Yo quería llevar siempre el cabello largo y suelto, usar pantalones, echarme a trepar a los árboles y patinar. Jugaba a imaginar que vivía en una gran casa colonial con mi familia y que escribía libros. Así pasé de cuento tras cuento que mi hermana mayor al descubrirlos y leer hizo tal burla de mi que mi musa de la escritura se sintió tan deprimida que dejó de visitarme. Calló mi impulso creativo.

En la escuela no era muy diferente todo, desde el uniforme que todos los niños deben llevar (ahora me pregunto si ese uniforme no tiene que ver con la domesticación masiva de seres humanos cuando somos niños y adolescentes), el mismo método educativo de leer, resumir, dictar, memorizar. Pensar diferente hace daño, ¿quieres ser un señalado?. Empecé a amar los viernes desde la educación básica y no precisamente por el fin de semana, era el día que podía disfrutar mis clases favoritas: español, música y artes. Era increíble participar en el coro, tocar la flauta, hacer manualidades, me sentía en mi elemento hasta que empecé a idear mi propio método educativo, leíamos una lección de ciencias naturales y yo la dibujaba en mi cuaderno en lugar de escribir el dictado, tantos colores, tantas formas… Hasta que un día mi maestra lo descubrió, no tardó mucho ya que no era muy discreta, realmente no me parecía que hacía mal, y mis momentos de artista terminaron con un fuerte regaño y una llamada de la Directora a mi mamá, quien me dijo “Por eso no tienes buenas calificaciones”. Y luego llegó la menstruación, tabú, sucio, no dejes que nadie sepa que estas en tu periodo y menos si te has manchado, huele mal, es asqueroso, duele el vientre. Pobre, dejó de ser niña y ahora sufre como una mujer.

Durante la adolescencia me empeciné y di un ultimátum a mi papá para entrar a cursos de pintura, mi máximo, decidí que mi escritura la guardaría para mí y retomé mi pasión. Pero a pesar de haber conseguido algo que amaba realmente llegaron nuevas presiones. Que si no tiene novio la señorita pues ¡cómo va a ser! si tiene belleza peculiar, que cuando al fin tuvo novio, no se vaya a embarazar a los 16, no la dejes sola con el muchacho, no la dejes salir después de las 9 de la noche porque es mujercita y la niña tiene que ir pensando también qué va a estudiar, no se puede casar a los 16, es una niña. Por cierto, no comas más pastel porque estás gorda, haz ejercicio para poder entrar en un bikini, creciste rápido y tienes estrías mejor olvida lo del bikini, tu cabello no es tan hermoso como el de la modelo, como el de tu prima, como el de tu hermana, no tienes cintura, no eres tan alta. Tanta cantaleta escucha una chica adolescente que una de dos, o se lo cree todo o se rebela, pero yo, me lo creí. Ser aceptada por la sociedad es lo único que te puede salvar la preparatoria y la vida, así me programaron.

Dejé mi sueño de estudiar letras, nuevamente, me convencieron de que moriría de hambre y tomé una carrera que si bien no me arrepiento porque también me gustaba, fue como si hubiera dejado colgado un sombrero en el perchero mientras decidía salir desnuda. No sólo era eso, ¡no!. Mi cuerpo era fofo, gordo, cabello de estropajo, dedos de elefante, tenía que depilarme, quitar todo el vello, porque ¡qué asco! eso no le gusta a los hombres, debes oler siempre rico, compra un perfume, oculta el hermoso aroma de tu piel y opta por una fragancia química, es mejor, no te arrepentirás. Cuida siempre que no salga un sólo gordito o rollito al usar ropa, maquíllate, compra ropa mona y a la moda. ¿Terminaste tu universidad? ¡A trabajar!

Hay un cóctel muy peligroso en nuestros días y es: facebook, “amigos”, expectativas ajenas. Al salir de la universidad debes buscar un trabajo en una empresa fashion, nice, que te de estatus, para que entonces puedas conseguir tus elementos de éxito como un carro, un departamento y un matrimonio, son satisfactores imprescindibles para que los demás vean que estás teniendo éxito, pequeña cuasi looser, lejos de que alguno de ellos sea una necesidad o un deseo sincero, son satisfactores de éxito. Dejar tus días completos en la empresa es imprescindible, ¿no te sientes plena? ¡A quién le importa! ¿Qué quieres que piensen los demás? – Publícalo en facebook. Uh! La nena ya tiene novio, ¿cómo es él?, ¿En qué trabaja?, ¿Cuántos años tiene?, ¿Cuánto gana?, ¿Tiene coche, casa?, ¿Es soltero o divorciado?. Cuando cumplíamos casi tres años juntos entonces llegaron las tan singulares frases: ¿La boda cuándo es?, ¿Van a tener hijos?, ¿Por qué no se van a vivir juntos?. Y los amigos que ya tienen hijos o están casados buscan tu envidia.

¡¡¡¡BASTA, NADA DE ESO ES MI FELICIDAD!!!!

1. No voy a permanecer en una oficina por el resto de mi vida preguntándome dónde he dejado mi tiempo y mi juventud, incluso mis ganas.

2. Mi maestría es mi hija, la cuido, absorbe mi tiempo, es mi sentido de vivir por ahora. Tendré hijos algún día pero será en su momento, cuando yo lo decida, cuando esté lista, no cuando la sociedad me diga que ya es mi momento.

3. Seguiré escribiendo porque es mi pasión, sin importar los comentarios ni los juicios. Puliré mi técnica, aprenderé de los grandes, haré todo de mi para ser humilde y poder tomar las oportunidades y los aprendizajes. Pero no me regiré por tu mala leche.

4. Me casaré cuando mi pareja y yo lo decidamos, si es que eso en un futuro me da felicidad, será en el momento perfecto, con el amor echando raíces, con la decisión de caminar libres, cada uno en su camino pero de la mano.

5. Me vestiré, me depilaré, me maquillaré si quiero, si me hace sentir bien, pero lo haré para mi y no para buscar tu aprobación.

6. Amo mi menstruación porque es mi luna, ciclo hermoso de creación y meditación. Amo mi poder femenino y tus miedos no harán que deje mis ceremonias femeninas, que me una a mis hermanas, que pelee siempre porque las mujeres debemos ser red de magia y no de destrucción para con nosotras mismas.

Yo soy yo, así me amo. Mujer creadora, mujer dadora de vida, de ideas, de proyectos. Llena de emociones plenas, de risas. Disfrutando de mi menstruación, colmando a mi Madre Tierra de agradecimiento y conectándome con ella. No, sociedad, no volveré a tu trampa. Yo soy yo, mujer amante, mujer de letras, mujer que decide, mujer de óleo llena colores. Que medita, que escribe poesía, cuentos, narrativa, que hace investigación política internacional porque eso también le llena, que ama el conocimiento y decidió estudiar una maestría antes de experimentar la hermosa maternidad, antes de decidir un matrimonio o una unión libre, mujer que ama a su pareja tan profundamente que ha encontrado la libertad y la intensidad en ese amor.

Esta soy yo. Me amo y me honro.

Quitémonos los lastres del estereotipo, busquemos nuestra propia felicidad, resguardemos la sabiduría.

A todas mis hermanas mujeres para que amen ser ellas mismas.

Autora: Susana Madrigal

Blog: Pana Tequilera