Sí lo sabemos, puede que no sea el titular más alentador del mundo, pero lo que te vamos a contar puede que te interese, y mucho…
Durante toda nuestra existencia, la vida nos pone pruebas u obstáculos que deberemos superar con mayor o menor destreza. O al menos intentarlo. Y es en ese punto donde juega un papel esencial la actitud que tú adoptes ante distintas situaciones.
No importa de qué hablemos, todos alguna vez hemos pasado, pasamos o pasaremos por problemas relacionados con cuestiones económicas, laborales, sentimentales, familiares…y por suerte, de todo se acaba saliendo.
La disposición, el talante y el control de la mente son la base de todo. Y aunque es cierto que es lo principal para que tu mundo mejore, es necesario aceptar las etapas de la vida y sus consecuentes duelos. No se trata de evitarlo, se trata de convivir con ello, aceptarlo y enfrentarte a ello, tomando la decisión más correcta.
Recuerda aquel refrán que reza “después de la tormenta viene la calma”. A pesar de que nunca querríamos que llegase ese momento, es inevitable luchar contra esas tormentas de la vida. Queramos o no queramos.
Porque de nada sirve luchar contra tus sentimientos, hacerte el fuerte y venirse arriba al segundo cuando en lo más profundo de tu ser solo hay añicos. Si tu mundo se derrumba date tiempo. Permítete el lujo de hundirte en la miseria durante unos días para después resurgir de tus cenizas con más fuerza que nunca.
- Grita a pleno pulmón si necesitas exteriorizar rabia.
- Llora desconsoladamente hasta notar la deshidratación de la piel de tu cara.
- Escupe tus emociones, da igual de que tipo sean.
Y mientras tanto, aprovecha este tiempo de stand by para pensar en todo lo que te rodea, en por qué has llegado a este punto de tu vida. Desmorónate pero buscando soluciones que te sirvan a largo plazo.
De nada sirve huir de los problemas. Lo fácil, siempre que esté en tu mano será marcharte a otra ciudad y país (en caso de poder permitírtelo) en busca de distracciones y verbalizar la mágica frase “necesito desconectar”.
Pero no sirve de nada huir de los problemas porque las preocupaciones no entienden de billetes, de aduanas o de peso máximo permitido en tu maleta. Te acompañarán allá donde vayas sin importar el destino.
Si no vas a darlo todo no lo hagas. No salgas a la calle si no vas a comerte el mundo. No te vayas de viaje si no vas deseoso de encontrar rincones únicos. No des pasos en falso, no lo intentes si no estás dispuesto a conseguirlo. Encuéntrate a ti mismo primero.
Es preferible que tomes aire, que recapacites sobre dónde quieres estar, cómo quieres ser y con quien te gustaría compartir tu vida. No hace falta que salgas de tu ciudad para evadirte. Coge tus zapatillas de running, aquellas que te compraste para darlo todo en el gym y que no salieron de casa y camina.
- Camina con tus sentimientos, déjalos salir a pasear, deja que te acompañen y reconcíliate con ellos. Solo sincerándote contigo mismo podrás prosperar.
- Camino al ritmo de tus pensamientos, reflexiona, recapacita, medita pero sobre todo, no te pares.
- Camina hasta que te duelan los pies y no puedas más.
La tristeza es un ingrediente más en la vida que nos permite darnos cuenta de lo bien que estamos el resto de días. Te permitimos que te hundas pero poco, la vida pasa muy deprisa y de repente te darás cuenta de todo lo que no has hecho por alargas cosas que no te llevaban a nada.
No busques consuelo en otras personas, trata de resolver emocionalmente tus dificultades antes de pedir opinión a tu entorno. Porque a la hora de la toma de decisiones si no estás conforme contigo mismo, acabarás por hacer algo que realmente no sientes.
Cada persona, tiene en su mente un ranking perfecto de las variables de la felicidad. No te dejes guiar por los estereotipos y busca tus propios pilares de la felicidad.
No sobrevivas, vive. No te conformes, lucha, no esperes las oportunidades, invéntalas. La vida es demasiado corta para vivirla de puntillas. Para lamentarse demasiado tiempo y no avanzar. La vida es demasiado corta como para vivirla a medias.