Todos somos artistas innatos. El libre albedrio nos permite crear nuestra propia historia. La vida es como un cuadro de pintura. El pincel son las decisiones que tomamos y los colores son las consecuencias de esas decisiones.

Hay una etapa de la vida en la que seguimos los patrones establecidos por la sociedad. Hasta los 17 ó 18 años hacemos, sin mayores cuestionamientos, lo que todo el mundo hace: ir a la sala cuna, al jardín infantil y al colegio. Desde que nacemos hasta la adolescencia hemos pintado de blanco el lienzo donde realizaremos nuestra mayor obra artística, la que definirá quiénes somos, la que dejará huella en esta tierra y en la vida de quienes nos rodean.

Pero, llega un momento, en el que nos damos cuenta que hemos hecho todo lo que la sociedad nos indicaba en su manual. Ahí, comienza nuestro apogeo como artistas. Comenzamos a pintar ese lienzo blanco, empezamos a decidir. Es cierto que todos los días tomamos decisiones, pero cuando nos hacemos responsable de nuestros actos, nos convertimos en artistas conscientes de su arte.

Es increíble como en el mismo cuadro hay colores alegres y vivos y también tonalidades más grises y oscuras. Hay lienzos de diferente materiales, y si al nacer nos tocó determinada tela, es difícil cambiarla. No podemos decidir el lugar donde nacemos, nuestros rasgos físicos o nuestros padres. Pero podemos decidir qué estudiar, dónde trabajar, con quién casarnos, podemos decidir cómo vivir, podemos elegir ser felices.

Como todo artista tenemos muchas técnicas y recursos para embellecer ese cuadro. Podemos mezclar colores para obtener los deseados, podemos darle más luminosidad a los grises, podemos degradar, difuminar o mejor aún cambiar la perspectiva para darle más profundad y movimiento. ¿Cómo está quedando tu cuadro?

Carmen Gloria Moraga Jorquera