Si tu vida de pareja se está yendo al infierno, a lo mejor es que habéis cometido algún pecadillo. Pero si te sientes como en el cielo… Cuidado, ¡no caigas en las tentaciones!
Tener una relación amorosa no siempre es tan fácil ni simple como parece a priori. Somos humanos y caemos en los mismos errores una y otra vez, así que controla las principales tentaciones que pueden minar tu amor… o el de tu chico.
La carne es débil y la naturaleza humana acaba obedeciendo a su consigna básica: más, más fácil y más cómodo. Dominar los impulsos naturales, al menos de fachada, puede llevar a lo que se considera un “comportamiento más recto”.
¿Que algunos lo llaman “aburrido”? ¡Pues también! ¿Para qué negar que tienen parte de razón? Sin embargo, no estará de más que te leas cuáles son los siete pecados capitales que pueden acabar con cualquier relación y valorar si te compensa jugarte tu relación por la tentación de la carne. Si te encuentras en uno de esos momentos en que no puedes evitar caer en la atracción de lo prohibido, quizás es que el amor, en tu caso, no tiene tanta fuerza ni valor como te pensabas.
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AVARICIA
“Mío y sólo mío” Hay límites: no se trata de que compartas a tu chico, sino de que él siga viendo a sus colegas. Pero que él se aplique el mismo cuento: tú también necesitas tu parcelita. Y en el sexo, igual: que ninguno de los dos sea avaro pensando que sólo se recibe… ¡también se debe dar!
IRA
“Si me dejas… ¡te vas a enterar!” Los malos rollos no llevan a ningún sitio. Hay parejas que discuten continuamente para después reco nciliarse, pero esto puede llevar a una relación enfermiza. Dejar fl uir la energía puede ser un aliciente: por muy ofuscad a que est és, siempre ser á mejor parar, respirar hondo y actuar con calma. Paciencia, paciencia.
LUJURIA
“¿Por qué conformarme con uno si puedo tener dos?” Criticas a los chicos por ir con la escopeta a punto… y tú, ampliando horizontes. Lo de la lujuria está mejor visto con las fantasías: soñarte mujer fatal con Orlando Bloom estando con tu novio igual le echa pimienta a lo vuestro. Pero si no quieres que te la peguen, no hagas tú lo mismo.
ENVIDIA
“Míralos, míralos… ¡qué empalagosos!” Si te sientes mal al ver a otras parejas acarameladas… tu corazoncito te está diciendo que así quisieras verte tú. Sé positiva, haz de ellas una meta y no una diana para tu frustración. A lo mejor pasas por un bache y la envidia es la alarma contra el naufragio.
PEREZA
“¿Irme con él a la montaña? ¡Qué palo! Paso” ¿Eres un fi cus? No, ¿verdad? ¡Pues a moverse! Si tu chico alucina haciendo trekking, tú fl iparás viéndole hacer el loco entre las cabras. Eso sí, que él no se raje cuando quieras ir de shopping. ¡Faltaría! Y, ojo, si la pereza se extiende al sexo en forma de rutina, ya le puedes poner el the end a tu relación.
GULA
“¡Uy, cómo estaaaá!” Que se te salgan los ojos de las órbitas delante de tu plato preferido… vale. Pero que te gires a cada par de patillas que se te crucen… ¡más que pillar, necesitarás quitarte la tortícolis! Sé selectiva, exigente contigo misma. Ni siquiera ellos se tiran a los brazos de la primera que les cae por muy necesitados que vayan. Ahora, si lo tuyo es amor al arte… nada, nada ¡a mirar, que es gratis!
SOBERBIA
“Si quieres algo, te lo curras… que yo lo valgo” No exijas a los demás lo que no te gustaría que te exigiesen a ti. Si pones tu listón muy arriba… a lo mejor te llevas una sorpresa y nadie lo salta. Y si resulta que lo consiguen… ¡igual se llevan un chasco con el premio! Una cosa es la autoestima; y otra, ser inaccesible. Eso si lo que quieres es una pareja y no un esclavo. Que te mimen es gratificante, pero el amor debe ser intercambio.