El ser humano es una criatura social por naturaleza. Por tanto, las relaciones con otras personas son uno de los componentes fundamentales para nuestro bienestar físico y emocional. Evidentemente, dependiendo de la personalidad hay gente que puede ser más y menos sociable y no es recomendable forzar las situaciones. Cada persona tiene su ritmo y sus necesidades colectivas. Pero igualmente importante es no caer en el aislamiento. Hoy en día las pantallas roban buena parte de nuestro tiempo ya sea por trabajo, ocio, o por ambas. Debemos reservar un tiempo para nosotras mismas y para compartirlo con los demás.
En primer lugar, por el motivo más evidente: porque interactuando con los demás aprendemos de otras vivencias y puntos de vista, enriqueciéndonos. Si nos encerramos en nuestro mundo evolucionamos menos, ya que nos basamos en las experiencia, errores y aciertos personales. Mezclándonos con los demás en el ámbito laboral, personal, compartiendo actividades comunes contaremos con más fuentes de aprendizaje. De hecho, hoy en día con las nuevas tecnologías son muchas las personas que deciden compartir su mensaje, producto, servicio a miles e incluso millones de personas en todo el mundo. Basta con dar el salto con una página web, que a día de hoy es un proceso sencillo y económico, y a partir de ahí la gente puede crear un espacio personal y especializado para expresarse y compartir lo que estime oportuno con los demás. La socialización cara a cara es ampliamente recomendable y muy importante, pero no hay motivo para dejar de lado las nuevas posibilidades de comunicación de la era moderna. El mundo online es una especie de nube donde podemos aprender y conseguir información del tema que queramos. No obstante, debemos de ir con cierta cautela, ya que es precisamente esa sobreinformación la que puede plantear un desafío en el sentido de que tenemos que intentar saber separar el trigo de la paja, como se suele decir. Hay mucha información falsa o equivocada intencionada o inintencionadamente circulando por la red.
Otro de los indiscutibles motivos para ejercitar la interactuación personal es precisamente la de desarrollar y mantener en forma nuestra inteligencia emocional. Daniel Goleman, es un psicólogo norteamericano y probablemente el mayor especialista en inteligencia emocional del momento. Él señala la importancia de este tipo de capacidad, en décadas pasadas subestimada, y que tiene un gran potencial de dar forma al camino de nuestra vida y nuestra felicidad en todos los sentidos. La empatía que se desarrolla mediante la socialización, tiene un impacto directo y positivo en nuestra inteligencia emocional.
Finalmente, cabe mencionar también que todo lo bueno que recibimos, lo damos también. Las relaciones sociales sanas y constructivas son positivas para todas las partes. Cuanto más amplia sea la red, más grande será la atmósfera creada de contrucción positiva. Además, aportando a los demás automáticamente elevamos nuestra autoestima y nos sentimos mejor con nosotras mismas.
Las etapas del camino son más animadas si las compartimos con los demás. ¡Anímate a soltarte poco a poco!