Realmente, nuestro cuerpo alberga una serie de órganos que no son necesarios y no ejercen ninguna función por lo que no hay una explicación al porqué se encuentran en nuestro organismo, de manera que si se extirpan no pasa nada como es el caso de la apéndice o de la vesícula.

La operación de vesícula se conoce por el nombre de laparoscópia y es la manera más común de extirpar la vesícula. se trata de introducir un tubo por el abdomen mientras el paciente se encuentra con la anestesia general, además, mientras que efectúa esta operación se puede obtener una radiografía de su abdomen.

La vesícula se extrae cuando no ejerce la función correctamente de los jugos biliares y los síntomas son la indigestión, náuseas y vómitos o bien dolor después de comer. Además, la recuperación y riesgos por la técnica de la laparoscopia son menores que con la cirugía abierta, ya que el único importante que se debe tener en cuenta es el de la anestesia ya que esta puede producir neumonía, problemas de corazón o tener reacciones alérgicas a los fármacos.

No obstante, se deben tener en cuenta otros posibles riesgos como es el de la infección abdominal, el sangrado, el daño de los vasos sanguíneos que van al hígado, la lesión al intestino o la pancreatitis.

Es obvio que antes de la intervención el paciente se someterá a una serie de análisis de sangre y controles para la anestesia así como a una dieta concreta que le recete el médico, tanto antes como después de la operación, al menos durante una semana.