Nadie me hubiera dicho unos años antes, que mi vida iba a cambiar tanto, que acudiría a un tratamiento de fecundación in vitro. Con veinte años me casé, y ese mismo año me quedé embarazada. Mi exmarido es médico y yo era enfermera, ambos de la Urgencias de un Hospital Público. Nuestras vidas eran muy felices, casi hasta el final de nuestro matrimonio.
Durante el matrimonio tuvimos un solo hijo, al que con dieciocho años, mandamos a estudiar a Estados Unidos, ya que nuestro matrimonio estaba empezando a hacer aguas, y a todo esto se le sumaba nuestra situación laboral, la cual era bastante estresante, debido a las continuos turnos que nos imponían los jefes de urgencias, por falta de personal. Marcos y yo, decidimos de mutuo acuerdo emprender nuevas vidas, cada uno por su lado, ya que como pareja lo nuestro no funcionaba. Una vez, solucionados los problemas, cada uno emprendió una nueva vida, a mi siempre me había llamado la atención una nueva maternidad, para lo cual me informé acerca de la fecundación in vitro en Madrid.
En esta etapa de mi vida, no se me apetecía tener pareja, solo vivir mi vida con tranquilidad y disfrutar de la soledad que te ofrece el no tener pareja, en estos momentos. Esa fue una de las razones por las que me decanté por la fecundación in vitro, en principio era todo un secreto, no se lo había comentado a nadie. Tras varias entrevistas con varias clínicas, me decanté por una en concreto, y asistí a varias sesiones para iniciar el tratamiento de fecundación in vitro, estaba muy ilusionada, tanto que hacía tiempo no recordaba estar en esa situación. Pasado el tiempo, me confirmaron que por fin había dado su resultado, estaba nuevamente embarazada con cuarenta años, justamente veinte años mas tarde. Tras pasar los tres primeros meses en secreto y no contar a nadie, por el riesgo de pérdida que podría sufrir.
Al cuarto mes y al pasar el tiempo de riesgo de este tratamiento de fertilidad, llamé a mi hijo a Estado Unidos, y le comuniqué la noticia, mi gran noticia. Mi hijo se emocionó mucho al enterarse que iba a poder sentir la experiencia de tener un hermano, y sobre todo que su madre volviera a vivir una etapa plena y de felicidad absoluta.