El drenaje linfático es una técnica muy extendida en clínicas de belleza y que es practicada por cada vez más profesionales de la salud como los fisioterapeutas. Consiste en un suave masaje que activa el funcionamiento del sistema linfático superficial ayudando así la eliminación del líquido intersticial y moléculas de gran tamaño y facilitar su evacuación.

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Con el drenaje linfático desplazaremos la linfa que, por cualquier causa haya quedado estancada, hasta una zona linfática sana para su correcta evacuación.

Esta técnica está recomendada en el tratamiento de infecciones, celulitis (no elimina la grasa, sino el líquido que esta absorbe o estanca), varices, edemas faciales, fibromialgia, edemas por embarazo, acné, artritis y artrosis y otras dolencias.

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¿Cuál es la principal diferencia del drenaje linfático manual frente al mecánico o presoterapia?

El primero, como su nombre indica, está realizado por profesionales que conocen la anatomía humana y pueden detectar las zonas más afectadas y hacer hincapié en ellas. El drenaje linfático manual actúa además sobre la proteína de las moléculas, cosa que no hace la presoterapia, que actúa solo sobre el líquido intersticial.

Sin embargo, la presoterapia está indicada en el caso de una mala circulación ya que favorece la circulación de retorno. En cualquier caso depende mucho del aparato utilizado. Existen dos tipos: los unicompartimentales que ejercen el mismo tipo de presión en toda la zona aplicada o los multicompartimentales que poseen varias cámaras que actúan de forma distinta según la zona aplicada.

Para mi gusto, prefiero los drenajes linfáticos manuales (DLM) por lo que supone ponerse en manos de un profesional que puede valorarte y detectar las zonas más conflictivas.

Sea cual sea tu opción lo más importante es ponerse en manos de profesionales que te valoren y asesoren antes de practicarte cualquier técnica. No te cortes a la hora de exigir una certificación para estar segura de que la técnica utilizada será bien aplicada.