Es posible que no sepas a lo que nos estamos refiriendo con las siglas DGP pero, en realidad, es algo muy importante que has de tener en cuenta cuando estás informándote de los tratamientos de fertilidad que se pueden llevar a cabo.

La DGP es el “diagnóstico genético preimplantacional”, un estudio del ADN que se produce en los embriones con el objetivo de seleccionar los que tengas unas características determinadas y de desechar aquellos con defectos congénitos de tal forma que, si un embrión va a tener una enfermedad, se pueda desechar antes incluso de que crezca. Para hacer este estudio hay que extraer unas células que variarán según los embriones realizándose entre el día 1-2 para obtener una muestra de la segunda división melótica (es decir, cuando todavía se está formando la vida).

Después se extrae otra el día 3 y, finalmente, otra más el día 5-6 para contrastar todos los datos. Así, la DGP permite diagnosticar si un embrión está completamente sano y si hay alelos o no que sean causantes de alguna enfermedad cromosómica o enfermedad grave en general (siempre que sea conocida). Para poder realizar esta prueba es necesario que haya antes una fecundación in vitro, es decir, extraer los óvulos de la madre y fecundarlos en el laboratorio para volver a introducirlos una vez que se ha logrado la misma. Es una prueba obligatoria que debe realizarse si se acude a una clínica de reproducción asistida y la pareja, bien uno o los dos, tienen alguna enfermedad que pueda ser hereditaria.