Las campanas extractoras ya no se ocultan. Con sus nuevos diseños y acabados se han ganado el calificativo de decorativas. Ahora bien, la elección debe tomarse teniendo en cuenta tanto criterios estéticos como funcionales. Conozca las claves para acertar.
La primera premisa a tener en cuenta a la hora de elegir la campana extractora es saber el tipo de ventilación del que dispone la cocina. Las campanas con salida de humos al exterior devuelven el aire limpio y sin olores a la cocina. Las que no funcionan sin ella absorben los vapores, pero no los olores; por lo general, lo fabricantes sacan sus modelos en ambos sistemas.
TIPOS DE CAMPANAS
Horizontales: se instalan bajo un mueble de la cocina; con frecuencia los manos y parte del filtro extractor quedan a la vista. Telescópicas: están ocultas y funcionan cuando se extrae su parte inferior.
Integrables: se ocultan en un armario y entran en funcionamiento al poner en marcha una puerta abatible.
Decorativas: ideales para ser instaladas en isletas de cocción.
De obra: el motor y los filtros se esconden bajo una estructura de obra o madera.
¿Qué potencia necesito?
La capacidad de extracción del ventilador, que se mide en metros cúbicos, debe guardar relación con el tamaño de la misma. En principio, para una cocina de 6 metros cuadrados será suficiente con una potencia de 700 m3. De cualquier forma, la ubicación también influirá; cuanto mayor sea el recorrido del tubo, mayor potencia se necesitará.
¿Qué tamaño debe tener?
Es importante que la campana cubra toda la superficie de la placa de cocción, e incluso que sobresalga un poco para beneficiar la capacidad de absorción. Además debe instalarse, por lo menos, a 60 cm de la placa.
¿Qué nivel de ruido se considera aceptable?
No existen las campanas totalmente silenciosas, pero el ruido no debe superar, funcionando a velocidad máxima, los 60 decibelios. Para evitar que emita ningún tipo de ruido debería colocarse el motor en el exterior, pero esto encarece mucho la instalación Consumo y coste en función de la potencia del modelo que se ha elegido, el consumo es variable aunque se sitúa en torno a los 200 W por hora (aproximadamente unas 4-5 pesetas la hora). Esto depende, en gran medida, de la velocidad que se use. Las campanas suelen tener tres velocidades, aunque en muchos modelos incluyen una cuarta e incluso un reloj de apagado automático.
En cuanto a la campana en sí, su precio varía en función de la marca, características del motor, etc. Como orientación se puede decir que van desde los 120 € de las telescópicas básicas a los 900€ de las decorativas más novedosas.
Filtros y luces
El filtro es una de las partes más importantes de la campana extractora. Normalmente son de aluminio y su número varía dependiendo del tamaño de la campana. Son muy resistentes e incluso se pueden lavar en el lavavajillas. En el caso de que no exista salida de humos incorporarán, además, un filtro de carbono que debe cambiarse con bastante frecuencia. Aparte de elementos como el motor y los filtros, esenciales para el funcionamiento de la campana, existen otra serie de accesorios que muchas marcas incorporan en sus diferentes modelos.
Entre ellos encontramos las luces, comunes en todos los modelos, y que pueden ser incandescentes, halógenas o dicroicas de bajo consumo. Estas luces permiten ver los alimentos mientras se cocina.
Acabados y accesorios
En la actualidad los fabricantes ofrecen una gran variedad de modelos y acabados de distintos tamaños. El acero es el material más utilizado, aunque también abundan los colores clásicos o llamativos y la mezcla de materiales como vidrio y acero. Otros accesorios que añaden personalidad a la campana de humos son los estantes, rejillas, atriles para libros de cocina o especias, etc.
En muchos casos su función es meramente decorativa y encarecen bastante el producto. Para reconocer la calidad Estos son algunos de los datos indicativos de calidad de una campana extractora: motor de hierro, no de plástico; capacidad de absorción mínima de 600 m3; ruido máximo generado de 60 decibelios, varias velocidades y válvula antirretorno que impida que, una vez apagada, los humos y olores vuelvan a la cocina.