Cuando quieren son encantadores, pero hay ciertas actitudes masculinas que no podemos soportar. A ver si a fuerza de repetírselo… ¡se enteran de una vez!

Tabla de contenidos

1. Que lleguen tarde

Sí, ya sabemos que nosotras tenemos la fama histórica de que estamos tres horas para arreglarnos y somos más bien tardonas, pero ya sabes aquello de “coge fama y échate a dormir”. Pues eso, está comprobado que hay el mismo número de chicos que se retrasan que de chicas, pero ellos se hacen los locos y encima el día que nosotras nos retrasamos cinco minutos… ¡nos siguen culpando!

2. Que nos echen piropos

Una cosa es que alguien a quien tú conozcas te diga algo bonito, pero eso de que te suelten cualquier tontería por la calle un grupo de viejos (o no tan viejos) por el simple hecho de ser mujer ¡manda narices! Aunque a veces puedan gritarte algo tipo “eres más guapa que el sol en invierno”, ni así hay excusa. ¿Les decimos nosotras a los tíos que vemos por la calle si tienen el trasero bien puesto o unos pectorales desarrollados? Quizá a nuestras abuelas les podía hacer gracia o lo toleraban… pero nosotras ¡no!

3. Que nunca, ¡nunca!, tengan las cosas realmente claras

Aparte de que les guste el fútbol o de que pertenezcan a alguna tribu urbana, les cuesta tanto decidirse que casi siempre pierden el tren: si de entrada un chico dice que te quiere con toda el alma y tú crees que va demasiado deprisa, ¡frénalo! De lo contrario te saldrá al cabo de un tiempo con que tiene dudas. Y no te creas, en otros campos (trabajo, estudios, vacaciones…) más de lo mismo. Y es que ya lo dice el refrán, son como “el perro del hortelano: ni comen ni dejan comer”.

4. Que lo quieran todo

No renuncian a estar con sus amigos, pero también quieren estar con nosotras. ¿Resultado? Aguantar tardes inacabables de entrenamientos, PlayStation, etc… con los amigos de él. ¡Qué aburrimiento!

5. Que pasen de nuestros problemas

Tampoco es que sean fríos e insensibles, de vez en cuando nos preguntan cómo nos va en el trabajo, en los estudios… pero cuando empezamos a explicarles cosas profundas, relacionadas con nuestros sentimientos y emociones, o cambian rápidamente de tema o le quitan importancia soltándote una frasecita del tipo “tranquila, eso no es nada”. Los más cafres nos toman por unas comeollas y si te cabreas ¡te llaman histérica!

6. Que no sean detallistas

A todas nos gusta que nos sorprendan y no sólo en fechas señaladas y con regalitos… que también. La cuestión es que a veces no se dan ni cuenta de que hemos cambiado de peinado, de que estrenamos algo… En el primer caso, se excusan en su mala memoria, ¡pues que se compren una agenda! Lo que nos choca es que no vean lo evidente, ¿además están cegatos?

7. Que rehúyan hablar de la relación…

Vaya agobio les entra cuando intentamos mantener una conversación sobre cómo va nuestra relación de pareja. Nosotras lo que buscamos es profundizar un poco para llevarlo lo mejor posible. Y eso demuestra que les tenemos en cuenta, mientras ellos lo que temen es comprometerse, ¡como si quisiéramos pedirles matrimonio!

8. …Pero que nos hablen de sus ex

Sí, todos tenemos pasado y los celos hay que controlarlos, pero es que ellos tienden a sacar a relucir a la ex a la mínima ocasión… ¡y eso mosquea! ¿No entienden que queremos sentirnos únicas y especiales a su lado?

9. Que vayan de machitos

Los hay a los que aún les afecta –para mal– la historia. O sea, que cuando van salidos nos recuerdan a los cazadores en busca de presa de la época de las cavernas. Se les nota a la legua que quieren pillar cacho, te entran en plan vacilón y algunos incluso presumen de que son el no va más como amantes. ¡Fantasmas!

10. Que sólo importe lo que les gusta a ellos

Y es que a veces parece que el mundo gira en torno a ellos mismos. Son el centro de su universo y cuando, por casualidad, acceden a hacer algo que a ti te gusta, te lo recuerdan hasta el día del juicio final. ¡Serán egoístas!

11. Que nunca acepten un no

Siempre quieren salirse con la suya y si te niegas a algo que ellos desean, se entozudecen para convencerte. Si son así y no atienden a razones, ¡tú a la tuya!

12. Que olviden por completo lo que nos molesta

Y eso aunque nos esforzamos por dialogar y no nos cansamos de repetirles lo que nos gusta y lo que no para que les quede clarito… ¡No hay manera! Con lo fácil que sería que lo memorizaran para no tener más broncas sobre lo mismo. Eso nos hace pensar que en su cerebro hay un agujero negro por el que se pierde toda esa información.