Muchas personas o parejas encuentran serias dificultades a la hora de intentar tener un bebé. Este contexto se puede ocasionar por esterilidad, es decir, incapacidad para concebir, o por infertilidad, que impide llevar a término la gestación con un recién nacido sano. Cabe destacar que la especie humana tiene tan solo un 25% de posibilidades de embarazo durante las relaciones sexuales mantenidas en el momento de la ovulación de una mujer. De hecho, es posible que 1 de cada 6 parejas que se encuentren en edad fértil (mujeres menores de 35 años) tengan afecciones de esterilidad. Se puede empezar a sospechar de la existencia de alguna alteración en la fertilidad después de un año de relaciones sexuales regulares aproximadamente. Pasado este tiempo se recomienda consultar a especialistas profesionales de clínicas de reproducción asistida.

En dichos centros, especializados en métodos diagnósticos y técnicas de reproducción,  se realizarán pruebas para determinar la infertilidad y averiguar si un miembro de la pareja o ambos son infértiles. En el caso de la mujer, se efectuarán estudios hormonales basales, ecografías e histerosalpingografía y otras pruebas, en función de la paciente. En el caso del hombre, se valorará la calidad del semen mediante un seminograma o espermiograma.

Normalmente, el 80% de los casos de esterilidad femenina se debe a la edad avanzada, ya que a partir de los 35 años el potencial reproductivo disminuye. Asimismo, en ciertas ocasiones, las trompas de Falopio pueden encontrarse con algún tipo de lesión. Las mujeres pueden sufrir endometriosis, cuando el tejido uterino se encuentra fuera del útero. El varón, por su parte, tiene causas de infertilidad masculina como problemas de erección, alteraciones del tracto genital que imposibilitan depositar el semen en el fondo de la vagina durante el coito, situación anómala del meato urinario, obesidad extrema, entre otras.

En caso de que se confirmen los problemas de fertilidad en uno o ambos miembros, se recomendará algún tratamiento fertilidad a la pareja. Uno de estos es la inseminación artificial, técnica usada por la medicina reproductiva consistente en la colocación de una muestra de semen en el interior del útero de la mujer con el fin de incrementar las posibilidades de fecundación del óvulo. Otro de los tratamientos que se recomiendan es la fecundación in Vitro, la unión del óvulo con el espermatozoide en un laboratorio, con el fin de obtener un embrión ya fecundado para que sea transferido al útero materno y evolucione hasta conseguir el embarazo.

Es cierto que para que estas técnicas funcionen con el éxito esperado, los pacientes deben tener una perfecta salud mental. Por ello, algunas de las clínicas cuentan con una Unidad de Apoyo Psicológico que ayuda a minimizar el impacto del estrés para fomentar mejor control emocional, ya que es un factor importante para que los tratamientos de reproducción asistida progresen. Los resultados de algunas estadísticas comprobaron que la posibilidad de éxito con los tratamientos es más elevado en las mujeres con buena salud mental, ya que aquellas con altos niveles de ansiedad ovularon un 20% menos, sus óvulos fecundaron un 30% menos y fueron un 20% más proclives al aborto.